SALUDO DE PASCUA

 

Querida comunidad diocesana:

Les escribo estas breves líneas para hacerles llegar mi saludo y mi deseo de una feliz Pascua. Quisiera que este saludo llegara a todos, allí donde se encuentren: a cada comunidad de nuestra Diócesis; a quienes participan activamente en ellas y quienes comprometen su tiempo y sus esfuerzos por hacer de nuestras parroquias y capillas comunidades vivas que creen, celebran y comparten la buena noticia del Evangelio; a quienes sencillamente se acercan para celebrar en la fe estas fiestas o están comenzando a transitar el camino de la fe; a los diáconos, sacerdotes, consagrados, ministros, y a todos los que sostienen y animan la misión de este pueblo de Dios peregrino en Lanús y Avellaneda. En estos últimos días, todo el territorio diocesano se sembró de sentidas celebraciones gracias a la creatividad y el esfuerzo de tantas hermanas y hermanos que cada año trabajan esmeradamente para servir a la fe de nuestro pueblo. A todos, a cada una y cada uno, de corazón quisiera decirles: ¡muchas gracias!

Quisiera que mi saludo pascual llegue también, de un modo especial, a cada familia y a cada persona que esté viviendo esta Pascua en el dolor o la angustia: las personas enfermas y quienes las acompañan, quienes han perdido un ser querido, quienes han padecido las inundaciones de las últimas semanas, y quienes están sufriendo a raíz de la situación cada vez más apremiante que atravesamos como país, especialmente a quienes han quedado sin trabajo.

El mensaje de la Pascua llega a nosotros en un momento ciertamente difícil, como un rayo de luz que quiere abrirse camino en la noche y alumbrar esperanzas. Son muchas, cada vez más, las familias que enfrentan dificultades que no dejan de agravarse. Nos preocupa y nos duele la frágil situación en la que van quedando nuestros jubilados, las personas con discapacidad, los más vulnerables de nuestra sociedad. Crece cada día el número —que no son números, sino personas— de quienes no pueden acceder a los bienes más indispensables de la atención de la salud, la educación, la vivienda, el trabajo digno, e incluso el pan cotidiano. Y como si esto no fuera ya preocupante, vemos multiplicarse la insensibilidad y la indiferencia, una cultura de odio y de individualismo extremo, la agresión y la violencia [1].

Nada de esto puede resultarnos indiferente. Nada de esto es ajeno al mensaje pascual, la buena noticia de Jesús de Nazaret, el crucificado y resucitado (Mc 16, 6). Vienen a la memoria las palabras de nuestro querido beato Eduardo Pironio, pastor de nuestra Diócesis también en tiempos difíciles:

Lo que caracteriza la Pascua es lo nuevo.
¿No les parece, mis queridos hermanos, que [esta Vigilia Pascual] es la noche propicia para que todos nosotros hagamos un compromiso bien sencillo y bien definitivo para ser totalmente hombres nuevos en Cristo Jesús por la potencia del Espíritu? ¿No les parece que lo que el mundo está esperando de nosotros, los cristianos, es que le reflejemos constantemente ese hombre nuevo al cual aspira la humanidad entera? ¿No es cierto que el mundo está ansiando ver en nosotros los cristianos al testigo de la vida y de la resurrección del Señor Jesús? (…)
Ser hombre nuevo es ser hombre de esperanza. Nos sentimos cansados, un poco desalentados, abatidos, pesimistas, tristes. Hay muchos motivos para ello. (…) Por más que los horizontes sean muy oscuros…, ¡no dejemos que nos oprima el corazón el desaliento, no crucemos los brazos! (…)
Esperar es caminar, esperar es comprometerse. La esperanza es actividad, es creación; no es simplemente cruzarnos de brazos y esperar tiempos mejores. Cada uno de nosotros tiene que hacer algo: hombres nuevos, crear una sociedad nueva, crear un hombre nuevo, crear estructuras nuevas, no esperar que nos vengan caídas desde arriba. La esperanza es esencialmente compromiso, es actividad, es creación. [2]

Querida comunidad de Avellaneda-Lanús: que la Pascua del Señor nos permita abrirnos a esta esperanza comprometida y creativa, capaz de hacer germinar vida nueva no sólo para nosotros, sino también para nuestros hermanos y hermanas, para los hombres y mujeres en medio de los cuales el Señor nos llama a ser sus testigos, para todo nuestro pueblo.

En medio de tantos fracasos, gritemos aleluia, cantemos aleluia, dancemos aleluia, bailemos para cambiar esta suerte, para dar gloria a Dios que está siempre en medio de nosotros derrotando a la muerte.

Les deseo de corazón una feliz Pascua.

Reciban mi saludo fraterno y mi bendición.

 

Padre Obispo Maxi Margni
Obispo de Avellaneda-Lanús

Avellaneda, 30 de marzo 2024, en la víspera del domingo de la Resurrección.

[1] Comisión Nacional de Justicia y Paz (Conferencia Episcopal Argentina), Comunicado sobre la situación social, marzo de 2024.
[2] Beato Eduardo F. Pironio, Homilía en la Vigilia Pascual, 10 de abril de 1971.