Escudo episcopal del Padre Obispo Maxi

Llamado a servir al pueblo de Dios, el Padre Obispo Maxi Margni quiso que su escudo episcopal, elaborado para su ordenación en 2018, expresara de algún modo su identidad y sus propósitos ministeriales.

Escudo episcopal, Padre Obispo Marcelo (Maxi) MargniEl escudo está basado en el de su familia paterna, que todavía se conserva en su tierra natal. De este escudo modesto, propio de una familia de artesanos, se han tomado los colores (azul y blanco, los mismos que en la heráldica de nuestro escudo nacional) y la doble figura en forma de «M». Al basarse en ese escudo tradicional, el Padre Obispo quiso expresar, sobre todo, su gratitud hacia las generaciones que lo precedieron: sus padres, sus abuelos y su familia, en primer lugar, pero también la comunidad que le transmitió la fe.

En el centro del escudo, su punto de honor, una cruz señala a Cristo, Señor de todo. Así, con el apóstol Pablo, el Obispo reconoce en Cristo y su Evangelio, el corazón del ministerio al que es llamado: «Si anuncio el Evangelio, no lo hago para gloriarme: al contrario, es para mí una necesidad imperiosa. ¡Ay de mí si no predico el Evangelio!» (1Co 9, 16).

Casi al pie, como sosteniéndolo todo, cuatro estrellas evocan los cuatro cauces de identidad fundacional de la Diócesis de Quilmes: la opción preferencial por los pobres, la misión evangelizadora, la defensa de los derechos humanos y el compromiso con la unidad de los cristianos. Estos rasgos marcaron el ministerio de su primer pastor, el siervo de Dios Padre Obispo Jorge Novak (1928–2001), y forman parte de la herencia que el Padre Obispo Maxi ha recogido de su Iglesia de origen.

Todo el escudo se apoya sobre un báculo, signo del oficio del pastor, y lleva debajo una leyenda con el lema de su episcopado: «Según tu palabra», tomado del relato evangélico de la Anunciación (cf. Lc 1, 38). Al explicar la elección de este lema, con motivo de su elección como obispo auxiliar de Quilmes, el Padre Obispo había señalado: «Como hombre de fe, primereado por el amor de Dios, busco encontrar su palabra, discernir su voluntad. La tarea de acompañar y orientar jóvenes en su camino vocacional me fue enseñando a buscar con transparencia y encontrar la valentía para escuchar la palabra de Dios y, al escucharla, responder con confianza y sencillez. Sin lugar a dudas, el modelo de esta respuesta es el sí de María. Eso quiero para el ministerio: responder como ella, tan sencilla, tan confiada, para sumarme a la expresión de una humanidad, de una Iglesia que dice: “Yo soy la servidora del Señor. Hágase en mí según tu palabra”».