Formación diaconal

El servicio. Esta palabra es la clave para la comprensión del carisma de ustedes, los diáconos. El diácono es —por así decirlo— el custodio del servicio en la Iglesia. Es su misión, la misión del diácono y ​​su contribución consisten en esto: en recordarnos que la fe, en sus diversas expresiones y en sus diversos estados de vida, tiene una dimensión esencial de servicio. El servicio a Dios y a los hermanos.

(Papa Francisco)

El diácono (palabra de origen griego que significa «servidor») es un cristiano ordenado para servir al pueblo de Dios «en la diaconía de la liturgia, de la palabra y de la caridad» (Lumen gentium, 29) a imagen de Cristo servidor.

Oficio tan antiguo como la misma Iglesia, durante muchos siglos quedó reducido a una mínima expresión. El Concilio Vaticano II (1962-1965) lo restableció como «grado propio y permanente» del ministerio eclesial, haciendo posible que también hombres casados accedieran al diaconado.

En nuestra Iglesia de Avellaneda-Lanús, un equipo especialmente designado recibe a los aspirantes al diaconado y los acompaña en un primer momento de discernimiento y maduración vocacional. Admitidos como candidatos después de este tiempo, el Centro de formación para el diaconado «San Felipe, diácono» acompaña y anima el camino de discernimiento y formación para el ministerio.

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El llamado al ministerio diaconal

El camino vocacional de cada persona —al diaconado lo mismo que al ministerio sacerdotal, el matrimonio o las diversas formas de vida consagrada— es siempre único y tiene su fuente en la iniciativa libre y gratuita de Dios que llama.

A veces surge como interrogante después de algunos años participando en la vida de la comunidad. O aparece cuando otras personas (el párroco, un diácono u otra persona de la comunidad) plantean la pregunta: «¿No pensaste en ser diácono?». En todo caso es una pregunta que se hace presente mientras se va haciendo camino en la fe, en el compromiso comunitario y en el servicio, especialmente hacia los más pobres y alejados.

Habitualmente un primer tiempo de discernimiento tiene lugar en la propia comunidad de origen, con la ayuda del párroco o un acompañante espiritual. Son los mismos párrocos quienes luego presentan a los aspirantes. 

En el caso de varones casados, además de un camino de maduración en la fe y la comunidad, es necesario haber cumplido los 30 años de edad, tener al menos 10 de vida matrimonial, gozar de estabilidad en la vida familiar y contar con el consentimiento de la esposa.

Postulación de aspirantes

Los aspirantes al diaconado pueden ser presentados a través de este formulario al Equipo responsable del acompañamiento inicial. En todos los casos, es el párroco quien completa el formulario y adjunta su carta de presentación.

Contacto

Centro de formación para el diaconado «San Felipe, diácono»

Sarmiento 1440
1824 Lanús Este

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