MENSAJE DEL PADRE OBISPO
CON OCASIÓN DE LA FIESTA DE NUESTRA SEÑORA DE CAACUPÉ

 

Llego a ustedes, hermanos y hermanas del querido pueblo paraguayo, cuando aún está muy viva en mi corazón la memoria de lo acontecido el pasado 23 de marzo en la parroquia Nuestra Señora de los Trabajadores, de Villa Caraza. Allí, como Iglesia que peregrina en Avellaneda-Lanús, pudimos recibir y depositar, en el seno de la comunidad donde había servido, los restos de nuestro querido hermano Daniel Esquivel.

Fue un momento de honda emoción, de silencio cargado de sentido, de lágrimas que no fueron sólo de dolor, sino también de gratitud y de esperanza. Allí le dije a la comunidad paraguaya, y a los hermanos fundadores del Equipo de Pastoral Paraguayo en la Argentina, que como obispo me sentía en la necesidad profunda, casi como un deber de conciencia, de agradecerles. Hoy vuelvo sobre esas palabras y las hago carta, las hago oración, las hago compromiso.

Daniel Esquivel, obrero, catequista, migrante, hermano paraguayo, secuestrado y asesinado en los oscuros años de la última dictadura militar, forma parte para siempre del colectivo de los desaparecidos de nuestra patria. La Iglesia no puede olvidar a sus hijos; y cuando esos hijos han entregado la vida en fidelidad a su fe, a su pueblo y a los pobres, esa memoria se vuelve semilla. No lo llamamos ‘mártir’ en sentido canónico —algo que pertenece al camino de la Iglesia universal, de acuerdo a los procesos establecidos por el dicasterio competente—, pero sí afirmamos con certeza moral que su vida es testimonio luminoso y profético para nuestra realidad pastoral. Y confiamos humildemente en que, si el Pueblo de Dios así lo va reconociendo, también su intercesión acompañe el camino de la fe.

Esta carta quiere ser también un regreso agradecido a mi propia historia. Porque fue en la parroquia Nuestra Señora de Caacupé de Berazategui donde, en 2001, el querido Padre Obispo Jorge Novak me confió mi primera responsabilidad pastoral en el conurbano. Allí, entre ustedes, aprendí a ser pastor. Allí aprendí a amar a la Virgen de Caacupé. Allí vi cómo un pueblo migrante, con las manos curtidas por el trabajo y el corazón anclado en la fe, sostenía la vida de una comunidad con fervor, con alegría, con sacrificio y con esperanza.

Por eso hoy, como obispo, puedo decir con verdad y sin exageración: la Iglesia del conurbano bonaerense les debe mucho a los hermanos paraguayos. Les debe catequistas y animadores, ministros de la comunión y servidores de la Palabra, misioneros incansables, hombres y mujeres que donaron tiempo, entusiasmo, formación y amor por el Evangelio. Les debe también obreros de la construcción, trabajadores que pusieron el cuerpo para levantar capillas, reparar templos, sostener salones, iluminar patios, hacer posible que haya un altar donde celebrar, una mesa donde compartir, un lugar donde reencontrarse como comunidad.

Ustedes han llenado nuestras parroquias de fervor, de canto, de devoción mariana, de guaraní rezado como lengua del corazón, de procesiones que son plegarias caminadas, de fiestas que son confesión pública de fe. Han traído la Virgen de Caacupé al corazón del conurbano, y con Ella han traído consuelo, identidad, pertenencia y esperanza.

En este día santo de la Inmaculada Concepción de María, cuando celebramos a Nuestra Señora de Caacupé, quiero hacerles llegar, como obispo, este abrazo agradecido de toda nuestra Iglesia diocesana. Gracias por su fe sencilla y firme. Gracias por su perseverancia. Gracias por su amor a la Iglesia. Gracias por haber ofrecido incluso la sangre de uno de los suyos como semilla de Evangelio en nuestra tierra.

Que la Virgen de Caacupé los cubra con su manto. Que cuide a las familias, a los trabajadores, a los jóvenes, a los ancianos, a los niños. Que fortalezca a los que sirven y consuele a los que sufren. Y que nos conceda a todos la gracia de seguir construyendo juntos una Iglesia que sea verdaderamente casa y patria para todos.

Con afecto de pastor, y con gratitud profunda, los bendigo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.

☩ Padre Obispo Marcelo (Maxi) Margni
Obispo de Avellaneda-Lanús

Avellaneda-Lanús, domingo 07 de diciembre de 2025.