MONSEÑOR RAMÓN CARMELO CASTRO: UN SACERDOTE EJEMPLAR
50 AÑOS DE SU PASCUA
Cuando un sacerdote es verdaderamente tal, cuando está entregado totalmente al servicio de su pueblo su acción es difícil de describir. Su ministerio va más allá de lo que puede verse con los ojos o conocerse porque es público… Hay otra dimensión de su servicio que acontece en los silencioso de la vida de tantas personas y solo es conocida por Dios. Mas allá de las miserias y los pecados, cuando una cura vive apasionadamente su vocación, no pasa desapercibido. Sus gestos, palabras y acciones se convierten como un perfume que es capaz de resistir incluso el paso del tiempo y el olvido. Monseñor Castro fue uno de esos sacerdotes.
Este 15 de agosto de 2023 se cumplen 50 años de su muerte, acontecida en un día tan especial para todos nosotros. Cuando comenzaba a ponerse en marcha la tradicional procesión en honor de Ntra. Sra. de la Asunción, la muerte lo sorprende… De la mano de María concluye su peregrinación por esta vida y entra al gozo del Señor. La multitud reunida se vio conmovida por esta inesperada noticia. Fue el Obispo mismo que lo comunico con las palabras envueltas en el llanto. Monseñor Antonio Quarracino, que tanto lo quería y a quien Castro veneraba tan fielmente, lo recordaba con palabras muy sentidas el día de sus exequias: “fue uno de los sacerdotes con mayor espíritu sacerdotal que he conocido en mi vida. Llevó una vida evangélica y de él se puede decir lo que se dijo de Jesús: pasó haciendo el bien. Sin poses de ninguna clase, alegremente; sin darse ni darle importancia a sus condiciones y a cuanto realizaba: era una forma de su humildad. Con ella cubría su inteligencia lúcida y rápida, su fidelidad a Cristo y a la Iglesia, su desprendimiento total, su don de gentes, su corazón de niño”.
Repasemos brevemente su vida. Nacido en Gral. Pico (La Pampa) el 25 de febrero de 1920, ingresó al Seminario Metropolitano de Buenos Aires en 1931, donde cursó sus estudios sacerdotales. Fue ordenado sacerdote el 18 de septiembre de 1943 y desde entonces dedicó su vida al ministerio pastoral. Fue Vicario Cooperador en las Parroquias San José y San Ponciano de la Arquidiócesis de La Plata durante 1943-1944. Luego, fue asignado a la Parroquia Nuestra Señora del Carmen de Lobos, donde se dedicó entre 1944 y 1947. Posteriormente, se trasladó a la actual Catedral de San Martín, donde ejerció su labor entre 1947 y 1950. En abril de 1950, fue nombrado Cura Párroco de San José en Villa Domínico, parroquia que amo entrañablemente a la que dedicó diecinueve años de su vida. El Administrador Apostólico Mons. Eduardo Pironio lo designa Vicario General de la Diócesis de Avellaneda a partir de 1967. Confirmado en el cargo de Vicario General de la Diócesis por el Obispo Mons. Quarracino en octubre de 1968. En abril de 1969 Monseñor Castro es nombrado Párroco de Nuestra Señora de la Asunción (Catedral) en Avellaneda, que funcionaba en la Capilla María Auxiliadora como sede provisoria. Luis Lanata, uno de sus amigos, lo describía así: “la vocación sacerdotal de Monseñor Castro se manifestó siempre en cada uno de los actos de su vida. Fue un mensajero de Cristo; un signo de Dios entre sus fieles, las muchedumbres y las instituciones del mundo, porque, segregado de los hombres por elección del Altísimo nunca se ha separado de ellos. Fue ministro de la Palabra y testimonio de ella. Amante del pueblo: compartió los problemas de los humildes, pero sin abdicar de su sacerdocio: todo lo que hacía obedecía a un toque de alcance sobrenatural; Monseñor Castro fue una pública proclama evangélica cualquiera fuera el sitio por donde transitara o se hallara: invitaba, aún por simple razón de presencia, a la conversión y a la santidad”.
Damos gracias a Dios por habernos dado en él un sacerdote con todas las letras. Esta es la santidad «de la puerta de al lado”, como nos enseñaba el Papa Francisco, la de aquellos que viven cerca de nosotros y son un reflejo de la presencia de Dios.
P. Gabriel Favero