El lunes 08 de mayo, Solemnidad de la Bienaventurada Virgen María de Luján, nuestro Padre Obispo Marcelo (Maxi) Margni compatió celebraciones por la tarde en la Capilla Nuestra Señora de Luján, de la comunidad parroquial Nuestra Señora del Valle de Lanús Este, y en la capilla Nuestra Señora de Luján, de la comunidad parroquial San Judas Tadeo de Lanús Oeste.

El Padre Obispo Maxi recordó “que no estamos solos. Nuestra fe en Dios y en el poder transformador de su amor nos da fuerzas para enfrentar los desafíos que se nos presentan”.

Además, que “nuestra Madre de Luján nos muestra el camino. Ella nos enseña a acoger a los heridos y descartados, a ser una Iglesia que escucha y se abre a todos, especialmente a aquellos que más sufren. En sus ojos misericordiosos encontramos el amor de Dios que nos llama a ser instrumentos de su paz y justicia”.

E invitó a la comunicadidad diocesana a poner “la confianza en la intercesión de la Virgen de Luján. Oremos para que nos conceda la sabiduría y la valentía necesarias para enfrentar los desafíos que se nos presentan. Que ella nos guíe por el camino de la verdad y la solidaridad, para construir juntos una sociedad más justa y fraterna”.

A continuación, se transcribe el mensaje completo del Padre Obispo Maxi Margni.

 

 

HOMILÍA DE LA FIESTA
DE LA VIRGEN DE LUJÁN

En este día de celebración, en el que nos unimos como pueblo argentino para honrar a nuestra amada Virgen de Luján, nuestra Madre y Patrona, me dirijo a ustedes con un mensaje de esperanza en medio de la crisis económica y social que atraviesa nuestra querida Argentina.

En estos tiempos difíciles, en los que la desigualdad y la injusticia parecen aumentar sin cesar, es fácil caer en la desesperanza y la desilusión. La corrupción, la falta de credibilidad, la violencia y la inseguridad, la falta de trabajo y la inflación desbordante, nos han sumido en un mar de dificultades y angustias.

Pero hoy, en la presencia de nuestra Madre de Luján, levanto mi voz profética para recordarles que no estamos solos. Nuestra fe en Dios y en el poder transformador de su amor nos da fuerzas para enfrentar los desafíos que se nos presentan.

La Virgen María, en su humildad y cercanía, nos muestra el camino hacia una sociedad más justa y solidaria. Ella nos invita a luchar contra la corrupción y la injusticia, defender los derechos de aquellos que son olvidados y marginados. En sus brazos maternales encontramos consuelo y fortaleza para superar las adversidades.

Hermanos y hermanas, nuestra Iglesia se alza como una luz en medio de las tinieblas. Una Iglesia sencilla y comprometida, que quiere acariciar el alma de su pueblo y fortalecerlo en los valores evangélicos de amor, justicia y fraternidad. Una Iglesia que busca construir una cultura de esperanza, solidaridad y cuidado del prójimo y de nuestra Casa Común. Una Iglesia que opera la Salvación.

En este momento crucial de nuestra historia, no podemos permitir que la desesperanza nos paralice. Debemos unirnos como pueblo, sin importar nuestras diferencias, y trabajar juntos por un cambio verdadero. Es momento de superar la división y la indiferencia, de dejar de lado nuestros intereses personales y unirnos en un esfuerzo colectivo por el bien común.

Nuestra Madre de Luján nos muestra el camino. Ella nos enseña a acoger a los heridos y descartados, a ser una Iglesia que escucha y se abre a todos, especialmente a aquellos que más sufren. En sus ojos misericordiosos encontramos el amor de Dios que nos llama a ser instrumentos de su paz y justicia.

Queridos hermanos y hermanas, en este día de fiesta, pongamos nuestra confianza en la intercesión de la Virgen de Luján. Oremos para que nos conceda la sabiduría y la valentía necesarias para enfrentar los desafíos que se nos presentan. Que ella nos guíe por el camino de la verdad y la solidaridad, para construir juntos una sociedad más justa y fraterna.

Recordemos las palabras del Papa Francisco, quien nos anima a ser una Iglesia en salida, una Iglesia que se compromete con los más necesitados y que busca transformar las estructuras injustas de nuestra sociedad. Sigamos su ejemplo de humildad y cercanía, y seamos portadores de la Buena Nueva del Reino de Dios

 

+ Marcelo (Maxi) Margni
Obispo de Avellaneda-Lanús