MISA EN MEMORIA DEL PAPA FRANCISCSO

“Al final del camino me dirán: —¿Has vivido? ¿Has amado?
Y yo, sin decir nada, abriré el corazón lleno de nombres.”
Pedro Casaldáliga.

 

La tarde del lunes 21 de abirl la Catedral de Avellaneda-Lanús fue el corazón palpitante del pueblo. Desbordada de fieles, abrazada por el silencio y la oración, se celebró la Santa Misa en acción de gracias por la vida del Papa Francisco y por su eterno descanso. La misa fue presidida por el Padre Obispo Marcelo (Maxi) Margni, acompañado por un importante número de sacerdotes, diáconos y ministros, en un altar vivo de comunión y esperanza.

Todos los sectores de la sociedad se hicieron presentes: los intendentes de Lanús, Julián Álvarez, y de Avellaneda, Jorge Ferraresi, junto a su esposa Magdalena; funcionarios, trabajadores, sindicalistas, profesionales de la salud, de la justicia, estudiantes, representantes de asociaciones civiles, vecinos y vecinas de nuestras comunidades. Un pueblo entero, en unidad y en oración.

En su homilía, el Obispo evocó el Evangelio de Mateo (28,8-15), y lo conectó con la figura del Papa Francisco, quien también fue víctima de operaciones, de calumnias, de campañas que buscaron silenciar su voz profética. Como en tiempos de Jesús, donde se pagó para ocultar la Resurrección, también hoy se busca ocultar la verdad con mentiras disfrazadas de noticias. Pero Francisco, como Jesús, no se dejó comprar ni callar: vivió con alegría, predicó con humildad, y caminó con valentía evangélica —parresía, como le gustaba decir— al lado de los pobres y de los excluidos.

“Me imagino a Francisco abriendo su corazón delante de Dios —dijo el Obispo Maxi— y de ese corazón brotan nombres: el de sus alumnos, el de Esther Ballestrino de Careaga, sus hermanos de la Compañía, y sobre todo los rostros de los pobres, de las Villas, de las calles, de San Pedro. Los nombres de las víctimas de abuso que jamás se cansó de escuchar. También los de quienes no supo amar. Todos esos nombres que vivían hondamente en su corazón y que hoy Dios recibe con amor.”

Hoy no despedimos solo a un Papa. Hoy celebramos a un testigo del Evangelio. Un servidor del Reino. Un padre que supo hacerse hermano.

Gracias, Francisco. Nos diste el ejemplo. Nosotros seguiremos caminando.