ORDENACIÓN SACERDOTAL DE EZEQUIEL PI DOTE
E INSTITUCIÓN DEL LECTORADO DE PATRICIO RAMÍREZ
El viernes 12 de diciembre toda la Iglesia diocesana de Avellaneda-Lanús vivió un momento de inmensa alegría con la ordenación sacerdotal de Ezequiel Pi Dote. La celebración fue presidida por el Padre Obispo Marcelo (Maxi) Margni, en la Iglesia Catedral Nuestra Señora de la Asunción, en el marco de la fiesta de Nuestra Señora de Guadalupe. Allí le recordó al novel sacerdote que el Señor lo llamó por su nombre, y que “el pueblo que se te confía no es tuyo. La comunidad que te acoge no es tuya. El rebaño pertenece al Señor. A vos te toca acompañarlo, guiarlo, cuidarlo con ternura, sostenerlo con paciencia, corregirlo con serenidad, amarlo con transparencia. Pero siempre sabiendo que lo que recibís es un don que no te pertenece. Ese es el corazón del ministerio: recordar que uno es servidor, no dueño”.
Durante la misma celebración el seminarista Patricio Ramírez fue instituido en el ministerio del Lectorado. Al final de la Misa se anunció el nombramiento del Padre Ezequiel como vicario parroquial de la Parroquia Santo Cristo de Lanús Este, y viceasesor de la Pastoral Vocacional diocesana.
¡Damos gracias a Dios por este don para toda la Iglesia!
La homilía completa del Padre Obispo Maxi se trascribe a continuación.
HOMILÍA PARA LA ORDENACIÓN PRESBITERAL
DE EZEQUIEL PI DOTE
Queridos hermanos y hermanas, queridos sacerdotes y diáconos, querida comunidad del Santo Cristo, familia y amigos de Ezequiel, y también querido Patricio, que serás instituido como ministro lector:
Las lecturas que acabamos de escuchar nos dibujan el corazón del ministerio que hoy recibe Ezequiel: Isaías anuncia al Ungido que es enviado a sanar lo herido, liberar lo oprimido y consolar a los que están de duelo; el salmo proclama con ternura que el Señor es el verdadero Pastor que guía, sostiene, alimenta y acompaña aun en las sombras más profundas; y Pablo, en los Hechos, exhorta a los pastores de Éfeso a velar por el rebaño que Dios les confía, a cuidar de sí mismos y a permanecer fieles a la Palabra que edifica y sostiene. Entre la misión misericordiosa del Ungido, la confianza absoluta en el Pastor y la responsabilidad vigilante del ministerio, se ilumina hoy lo que significa ser consagrado para apacentar el rebaño del Señor.
Jesús nos reúne para regalarle a esta diócesis un nuevo servidor. Y el Evangelio que escuchamos —el diálogo de Jesús con Pedro – ilumina profundamente lo que estamos celebrando.
1. Jesús nos vuelve a llamar por nuestro nombre humano — no por nuestras máscaras
Pedro no está en su mejor momento cuando Jesús le habla. Viene de fallas, de culpas, de miedos, de silencios. Y sin embargo, Jesús lo mira por su nombre. No lo llama por lo que hizo mal, ni por la imagen que quiso sostener, ni por su personaje. Lo llama por su verdad más honda, por ese Simón humano, real, vulnerable.
Ezequiel, hoy Jesús te llama de la misma manera. No te llama por tu función, ni por tu eficiencia, ni por la imagen que puedas tener. Te llama por tu nombre: Ezequiel. Te llama desde tu historia concreta, con sus luchas, sus búsquedas, su herida y su esperanza. Te llama así como sos.
Y esto es lo que hace que el ministerio sea verdaderamente cristiano: nace de un encuentro personal entre Jesús vivo y nuestra humanidad verdadera.
2. El amor imperfecto es suficiente para comenzar y Jesús lo toma como punto de partida
A Jesús no le pide a Pedro un amor perfecto, heroico, sin fisuras. Solo le pregunta: “¿Me amás?” Y Pedro responde con la sinceridad del que se sabe frágil: “Señor… vos sabés que te quiero”.
No es un “te amo con toda mi fuerza”. Es un “te quiero” humilde, pequeño, real.
Providencialmente, el Papa, comentando este texto evangélico, escribía: “Aun confesando su amor, Pedro no entendía plenamente el misterio de la cruz, pero el Señor ya tenía en mente el sacrificio con el que Pedro daría gloria a Dios y le repite: ´Sígueme. Cuando a lo largo de la vida, nuestra mirada se nuble, como a Pedro, en medio de la noche o a través de las tormentas, será la voz de Jesús la que con amorosa paciencia nos sostenga”[1].
Ezequiel, hoy no estás acá porque tengas todo resuelto. Estás acá porque también a vos Jesucristo te sostiene con su amorosa paciencia y cree en tu pequeño “te quiero”. Y ese “te quiero” —aunque sea imperfecto— alcanza para que Él pueda construir una vida entera de servicio.
Para Jesús, un corazón imperfecto es suficiente. Porque lo que Él mira es la disponibilidad, la transparencia, el deseo de caminar. Todo lo demás lo hace Él.
3. El ministerio nace siempre de una herida visitada por Cristo
Pedro fue herido en su amor. Vos también, Ezequiel —como todos nosotros— tenés heridas en tu historia. Pero en la vida cristiana, una herida visitada por Cristo se vuelve lugar de misión.
Por eso el Señor no borra las marcas de Pedro: las transforma. Le confía un ministerio no desde su perfección, sino desde su corazón herido que aprendió a amar de otra manera.
No tengas miedo de tus vulnerabilidades. No las escondas. No las maquilles Porque allí, justamente allí, Cristo hace su Obra Y allí vas a poder comprender profundamente la vida del pueblo que vas a servir.
4. El pastor recibe un rebaño que no es suyo — es el rebaño del Señor
“Apacentá mis ovejas”, le dice Jesús. No dice “tus” ovejas. Dice “mis” ovejas.
Ezequiel, esta es una palabra clave para vos hoy:
El pueblo que se te confía no es tuyo.
La comunidad que te acoge no es tuya.
El rebaño pertenece al Señor.
A vos te toca acompañarlo, guiarlo, cuidarlo con ternura, sostenerlo con paciencia, corregirlo con serenidad, amarlo con transparencia. Pero siempre sabiendo que lo que recibís es un don que no te pertenece.
Ese es el corazón del ministerio: recordar que uno es servidor, no dueño.
5. Guadalupe enseña el estilo del pastor
Y en este día, quiero que mires a Nuestra Señora de Guadalupe, Madre cercana de esta diócesis y patrona de tantos que buscan consuelo.
Ella enseña el estilo pastoral que necesitamos hoy:
• Ternura, porque el pueblo está cansado de durezas.
• Cercanía, porque nadie se salva solo.
• Dignificación de los pequeños, porque allí late Dios con más fuerza.
• Paciencia con las fragilidades, porque todos caminamos a distinto ritmo.
• Consuelo, porque hay dolores que solo una presencia materna puede abrazar.
• Misión encarnada, porque la fe no flota en las ideas: toca la historia, se ensucia las manos, entra en las casas y en los problemas reales de la gente.
Dejá que Guadalupe te enseñe a ser pastor al estilo de Jesús.
6. “Señor, vos sabés todo… vos sabés que te quiero”
Ezequiel, quiero invitarte a que esta frase de Pedro sea tu oración diaria, tu norte, tu verdad interior:
“Señor, vos sabés todo…
vos sabés que te quiero.”
Cuando estés cansado, repetila.
Cuando no entiendas, repetila.
Cuando el servicio te desborde, repetila.
Cuando el corazón se te llene de alegría, repetila también.
Es la oración del que no presume, del que no se apoya en su fuerza, del que sabe que el ministerio es pura gracia.
7. Contemplativo de la Palabra y contemplativo del pueblo
Estas palabras que hoy comparto con Ezequiel, no son sólo para él, sino que resuenan en el corazón de todos los que, llamados por el Señor, queremos seguirlo, dejándonos guiar por su Evangelio. Por eso también están dirigidas de un modo especial a vos, Patricio, que en este día sos instituido en el ministerio del lectorado como parte del camino de configuración con Jesús en la formación sacerdotal.
Querido Pato, quisiera invitarte, al recibir este ministerio, a seguir un sabio consejo del Papa Francisco para que puedas ser al mismo tiempo “contemplativo de la Palabra y contemplativo del Pueblo”[2]. Cuidá la cercanía con Jesús en la Palabra y cuidá la cercanía con el Pueblo de Dios. Recordá que también vos, como Pedro, fuiste y sos salvado por la Palabra de Aquel que hace nuevas todas las cosas. Y ese es el testimonio más valioso y luminoso que tu vida tiene para ofrecer a los hermanos y hermanas que Dios va poniendo en tu camino.
8. Para la comunidad: un don para todos
Y a todos ustedes, queridos hermanos, esta celebración les trae un mensaje claro: El Señor sigue llamando; sigue enviando; sigue levantando servidores para su pueblo.
En medio de las heridas del Conurbano, en una sociedad atravesada por la soledad, la desigualdad, la violencia y la incertidumbre, Dios sigue haciendo brotar ministerios que reconstruyen comunidad, que encienden esperanza, que acompañan en silencio, que dignifican la vida.
Recibamos este don con gratitud y con responsabilidad.
9. Un pedido y una bendición
Ezequiel, hijo querido, que tu corazón quede todavía más unido al de Jesús para siempre. Que vivas tu ministerio desde la verdad, desde la humildad, desde la oración y desde la cercanía con los más frágiles. Que puedas decir cada día, sin miedo y sin vergüenza: “Señor, vos sabés que te quiero”.
Que la Virgen de Guadalupe te acompañe.
Que el Espíritu Santo te sostenga.
Que el Pueblo de Dios te recuerde siempre quién sos y para quién fuiste consagrado. Amén.
☩ Padre Obispo Marcelo (Maxi) Margni
Obispo de Avellaneda-Lanús
Avellaneda-Lanús, 12 de diciembre de 2025.
Is 61, 1-3a
Sal 22, 1-6
Hch 20, 17-18a. 28-32. 36
Jn 21, 15-17
[1] Papa León XIV; Mensaje a los sacerdotes, religiosas y religiosos, y seminaristas latinoamericanos; 12/12/2025.
[2] Cfr. Papa Francisco; Exhortación apostólica “Evangelii Gaudium”, 151. 154.
